Si pudieras darle un rostro a la inequidad o la desigualdad en Panamá, ¿a quién te imaginarías?

En varios estudios sobre la situación socioeconómica en Panamá, la respuesta a quién representa este rostro es simple: es la cara de una niña, indígena, propensa a problemas de nutrición y probabilidades mínimas de acceder a un sistema de educación y, por consiguiente, a un futuro en el ámbito laboral (al menos el formal). Todas las situaciones que se viven en el país y que nos molestan, resumidas en un solo rostro.

Para 2030 se prometieron varios objetivos, 17 para ser exactos, pero uno en especial siempre recibe gran atención y apoyo de la juventud: la reducción de la inequidad para un desarrollo sostenible.

Sin embargo, por más que afirmamos que queremos equidad para todos, a muchos nos cuesta aún definir qué es exactamente, cuántos aspectos incluye, por qué existe aún.

Las fallas en educación, la pobreza extrema, la falta de acceso a alimentos, atención médica o a un empleo digno… Al final todo parte de la inequidad, y por más que hablemos sobre los temas, propongamos respuestas en clase o en conversaciones con amigos, no va a suceder nada sólo con molestarte o indignarte.

Es necesario y forma parte del proceso sentir frustración, sí, pero lo mejor que puedes hacer es no enfocarte en el por qué sino en el cómo. ¿Cómo podemos, cada uno desde su lugar y a su manera, tomar acción y generar un cambio?

Quizá ya sepas la respuesta a esto, porque alguno de los problemas que hemos mencionado te molesta más que los demás. Te apasiona descubrir cómo resolver ese problema específico que vive tu comunidad, te imaginas trabajando en una empresa que apoye a una gran causa social o cumpliendo como voluntario.

Todos podemos ser soñadores pero, al final, el 2030 que soñamos sólo llegará con acciones claras.