Muchos piensan que como miembros de AIESEC tenemos la comprensión total de nuestros padres sobre lo que hacemos y aceptan todo las propuestas que da la organización… pues no siempre pasa así.
Eso me sucedió a mí, les tomó un tiempo a mis papás adaptarse a mi nuevo ritmo de vida y a las experiencias que tomaba.
No estaban totalmente convencidos de la idea de AIESEC y sobre todo lo de hospedar a un completo extraño en casa. Después de muchísimos intentos y suplicas, decidieron permitirme ser host de una chica de Brasil. La llegada de Letícia a mi familia, fue una de las cosas más positivas y geniales que ha sucedido este año.
Letícia a sus 19 años vino a Piura, Perú, para hacer un voluntariado social en una zona de bajos recursos a niños de 5 a 12 años. Llegó un 6 de enero y toda su estadía fue pura felicidad para nosotros.
Mis papás empezaron a quererla como una hija más, y ella logró que vieran a AIESEC desde otra perspectiva… desde ese momento puedo confesar que quisieron mucho a la organización y estaré infinitamente agradecida con ella.
Con Leti aprendimos portugués, costumbres de Brasil, probamos la rica comida brasilera, nos alegraba muchísimo como ella estaba mejorando su español poco a poco y como aprendía palabras coloquiales de Piura por ejemplo: churre (niño), burro (alguien muy tonto), entre otras cosas.
Definitivamente mis papás ganaron una hija más, y yo una hermana más. Cuando tuvo que partir, dejó un gran vacío dentro de mi cuarto, casa y corazón. Pero no dudo que siempre tendré una irmã en Brasil esperándome con los brazos abiertos y que esta experiencia ni mi familia ni yo la dejaríamos pasar, que la volveríamos a tomar una y otra vez
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